Un equipo internacional de investigadores pone de manifiesto que los paisajes adehesados del suroeste de Iberia, gracias a que mantienen usos agroganaderos tradicionales y ricas poblaciones de ungulados salvajes, atraen buitres leonados procedentes de toda España y Francia, determinando los movimientos de estas aves a una escala desconocida hasta la fecha. Así lo revela el estudio recientemente publicado en la revista Scientific Reports, liderado desde la Estación Biológica de Doñana (CSIC) e integrado también por los investigadores Eneko Arrondo, Zebensui Morales Reyes y José Antonio Sánchez Zapata del grupo de Ecología del CIAGRO de la Universidad Miguel Hernández de Elche, en colaboración con otros investigadores españoles y franceses.
Tal como señala el responsable del trabajo, Alejandro Delgado-González, “esta investigación se basa en marcaje de buitre adultos marcados mediante GPS. La extensión del trabajo, en cinco áreas de estudio, y el número de individuos marcados, más de 100, lo convierten con seguridad en el proyecto de ecología del movimiento con aves carroñeras más ambicioso llevado a cabo en Europa con estas aves”. Los buitres leonados adultos que nidifican en colonias desde Andalucía a los Pirineos franceses acaban encontrándose en las dehesas del suroeste de España a donde acuden después de realizar viajes de ida y vuelta en ocasiones recorriendo distancias en ocasiones superiores a los 1500 kilómetros. Los investigadores destacan que los resultados, basados en el manejo de la ingente cantidad de información proporcionada por los aparatos (más de 142 millones de localizaciones) desmontan la popular creencia de que los buitres leonados no se alejan mucho de sus colonias. Lo más llamativo es que estos viajes, en singladuras de varios días, incluso los llegan a hacer individuos, casi siempre hembras, que mantienen pollos en los nidos de modo que los pequeños se quedan a cargo de sus parejas.
El punto clave del trabajo es que buitres de las cinco poblaciones estudiadas (Pirineo francés, Pirineo Catalán, valle del Ebro, Cazorla y Cádiz) han viajado a la misma zona del suroeste de Iberia. Ello se debe a la gran cabaña ganadera extensiva y a que los propietarios de las explotaciones en muchos casos siguen dejando los animales muertos a disposición de las aves gracias a las nuevas normativas sanitarias más permisivas. Por otro lado, las poblaciones de ungulados salvajes (ciervos y jabalíes) han aumentado en las sierras mediterráneas lo que también proporciona recursos gracias a mortalidad natural y monterías.
En conclusión, tal como señalan los autores del estudio, “las dehesas son ejemplos de cómo economías humanas tradicionales favorecen el mantenimiento de la biodiversidad y de procesos ecológicos complejos que pueden ser clave para mantener funciones y servicios dentro de los ecosistemas. Las futuras estrategias de conservación de las dehesas ibéricas deben considerar la dinámica de movimientos de organismos que se desplazan allí desde regiones muy distantes por lo que los enfoques deben ser transfronterizos entre regiones y países”.
Enlace al artículo completo: https://www.nature.com/articles/s41598-022-06436-9